Mientras que la ayahuasca ha sido utilizada por las comunidades en Sudamérica durante cientos, si no miles, de años, un importante cuerpo de evidencia científica que analiza su potencial terapéutico ha comenzado a surgir en la última década.
El pasado junio el primer ensayo aleatorizado con ayahuasca, y controlado con placebo, fue publicado en el Journal of Psychological Medicine. Se observó a 29 pacientes con depresión resistente al tratamiento y se descubrió que, de los sujetos que recibieron ayahuasca, el 64 por ciento vio mejoras rápidas y significativas en sus síntomas. Y, en febrero, se publicó en el Journal of Psychoactive Drugs una encuesta a gran escala sobre la salud de los usuarios de ayahuasca. La encuesta, realizada por la ONG ICEERS junto con la Universitat Rovira i Virgili, la Universidad de São Paulo y la Universidad Autónoma de Madrid, evaluó a 380 usuarios de ayahuasca a largo plazo en España, concluyendo que están más sanos que la población general.
«La principal conclusión de este estudio», escriben los investigadores, «es que un uso respetuoso y controlado de las drogas alucinógenas/psicodélicas, tomadas en entornos comunitarios, puede incorporarse a la sociedad moderna con beneficios para la salud pública». Este estudio, entre otros, se presentará en la Conferencia Mundial de Ayahuasca esta primavera, donde los investigadores más destacados discutirán el estado actual de la ciencia de la ayahuasca.
Si bien los estudios realizados hasta ahora son prometedores, los investigadores admiten que se necesitan ensayos rigurosos que investiguen la ayahuasca, especialmente a medida que crece su popularidad en todo el mundo. Científicos y antropólogos han realizado una serie de lo que se llaman estudios observacionales, en los que los usuarios son entrevistados sistemáticamente acerca de sus experiencias, pero no se han comprobado en un entorno con las variables controladas. En estos estudios han encontrado que la ayahuasca podría ser beneficiosa para la dependencia de drogas, el alcoholismo y el trastorno de estrés postraumático, entre otros trastornos. Estos estudios también se ven reforzados por las innumerables historias personales que las personas comparten sobre sus experiencias transformadoras al beber ayahuasca, ya sea en centros de retiro en el Amazonas o en la comunidad donde viven. Sin embargo, esta investigación es considerada en gran medida como preliminar por la comunidad médica occidental que considera los ensayos controlados con doble ciego como el estándar más fiable en ciencia.
Rafael Guimarães dos Santos, becario postdoctoral y profesor de la escuela de medicina de la Universidad de São Paulo, es parte de un pequeño pero comprometido número de investigadores de ayahuasca que en todo el mundo buscan cambiar esto. Actualmente forma parte de tres ensayos de ayahuasca con doble ciego cuyos resultados se publicarán en los próximos dos años. Dos de los ensayos están analizando los efectos de la ayahuasca en voluntarios sanos, mientras que el tercero está buscando voluntarios con ansiedad social. Su equipo también se encuentra en las etapas de planificación de un ensayo con doble ciego que investiga la ayahuasca para el alcoholismo.
La mayoría de las investigaciones clínicas que involucran el brebaje hasta el momento, dice Santos, han analizado a voluntarios jóvenes y sanos en lugar de a aquellos con trastornos de salud mental. Estos estudios sugieren que una sola o algunas dosis de ayahuasca son seguras en entornos controlados. Los estudios observacionales en usuarios de ayahuasca a largo plazo en Brasil, dice, también han encontrado que la ayahuasca no causa daño psicológico o cognitivo.
La mayoría de los problemas que surgen con la ayahuasca son el resultado de la administración del brabaje por personas no capacitadas para ello, dice Santos. En casos raros la ayahuasca puede provocar ansiedad, pánico, trastornos en el estado de ánimo y otros desórdenes psicóticos en aquellos predispuestos a tener problemas de salud mental, pero esto es algo que aún no se ha visto en entornos controlados donde los sujetos son examinados antes de poder participar. Además, Santos advirtió que la ayahuasca podría interactuar con otros medicamentos, algo que los facilitadores experimentados, iglesias, centros de retiro rigurosos e investigadores preguntan, pero que puede no ocurrírsele a alguien que, por ejemplo, pide ayahuasca por Internet o se lo toma en una ceremonia junto a un líder inexperto.
«Estos casos de abuso y falta de respeto son raros», dice Santos. «La mayoría de los rituales de ayahuasca parecen estar asociados con la seguridad y la buena salud».
José Carlos Bouso, Director Científico de ICEERS, no solo está de acuerdo con esa evaluación, sino que considera importante que se siga investigando la ayahuasca en diversos entornos. Dirigió varios estudios de ayahuasca para ICEERS y dice que es esencial comprender las limitaciones de estudiar la ayahuasca utilizando un modelo de investigación occidental. Cuando la ayahuasca se estudia en un entorno controlado, por ejemplo, permite conclusiones más concretas y específicas, pero no permite a los investigadores entender qué sucede cuando las personas toman ayahuasca como lo hacen en «el mundo real», en comunidad, acompañados de música y el resto de elementos rituales.
El equipo de investigación de ICEERS está analizando actualmente los datos recopilados de más de 200 usuarios de ayahuasca, en su mayoría por primera vez, que participaron en ceremonias en el centro de retiros del Templo del Camino de la Luz en Perú. Les hicieron un seguimiento de cuatro meses después de sus ceremonias para medir cómo su dolor, ansiedad y trauma, entre otros trastornos de salud mental, han cambiado desde entonces.
Los hallazgos serán presentados, por primera vez, en la Conferencia Mundial de Ayahuasca en España esta primavera. Bouso dice que el objetivo actual no es necesariamente utilizar su investigación para legalizar la ayahuasca, sino mostrar que puede integrarse de manera segura en la sociedad contemporánea. Con ese fin en mente están acumulando evidencia para cerrar la brecha entre la ciencia moderna y las generaciones de conocimiento indígena tradicional.